viernes, 22 de febrero de 2013

Asomado al abismo del ser

En el accidentado paisaje de mi conciencia hay barrancos profundos y árboles de ramas retorcidas. Huele mal y las tormentas son frecuentes. A veces grandes rocas se despeñan con un estruendo que resuena por los valles.
En las soledades atormentadas de estos bosques, pululan perros cimarrones de hocico húmedo, que gruñen y me siguen vigilantes. Hay también alimañas que se esconden entre la maleza y adivino sus ojillos espiándome desde las sombras. Los pájaros negros que me sobrevuelan, se posan alrededor y graznan entre sí, soñándome cadáver.
Andando solo por estos caminos tortuosos, me parece sentir el aliento frío en la nuca. Para infundirme valor me pongo a cantar: voy en busca de un león...
No quiero tener miedo, no quiero volver a perder la esperanza. Quiero saltar al abismo con fe en que saldré triunfante.

Así llegué, silbando y cantando, a la boca de la caverna, entrada al curso subterráneo de mis pasiones. Confiando en salir indemne me adentré en el inconsciente, alumbrado por la tenue luz del entendimiento para sondear las profundidades. Avancé a tientas por aquellas galerías, palpando y tropezando. Una vez perdido el rayo de esperanza que había de guiarme fuera, noté que poco a poco mis ojos se iban acostumbrado a las tinieblas.

Los fantasmas que pueblan las oscuras bodegas del ser bisbean palabras escabrosas que amenazan con volverle a uno loco. Sus caricias lascivas parecen llenas de culpa. Excitan los instintos prometiendo una felicidad animal. En un fugaz destello de iluminación, recordé la luz del sol, quise alimentar mi espíritu y saciar la sed que hasta entonces había calmado lamiendo las paredes húmedas.

Decidí salir de aquel sótano. Fuera salía el sol así que, olvidando la melancolía, bailé con una mujer de ojos celestes como el cielo en un día despejado.

Pasé aquella larga noche insomne, dando vueltas lleno de sudor, ulcerando el labio hasta despertar agotado de tan absurda batalla, fortalecido sin embargo tras el enfrentamiento. Aunque a veces dudo si no sigo encerrado dentro de la cueva de Montesinos.

No hay comentarios: