viernes, 22 de febrero de 2013

IV

Nunca seremos estatuas de bronce. Tenemos pelo, uñas y carne. La carne que crece, envejece y cuelga. La carne otrora tersa, ahora se hincha, se arruga y se hiere. Nos cuidamos. Alimentamos, lavamos y tapamos los cuerpos que se buscan, sudan y sangran. Somos tendones, músculos y partes cavernosas.
Las lenguas lamen e identifican sabores para nosotros. Las manos palpan, recorriendo cuerpos hasta donde llega el brazo, acariciando superficies, detectando frío, suavidad o aspereza. Los ojos humedecidos miran por nosotros, nos reflejan tristes con ojeras o sonríen, fugaz destello como la pareja enamorada. Los orejas enfocan los oídos y perciben un sinfin de sonidos, de pájaros que cantan, de zumbidos y runruns.

No hay comentarios: