viernes, 22 de febrero de 2013

Confesiones al amor de la poco poética cerveza.

Al carácter dubitativo e indeciso que llevo profesando tantos años, he venido a añadir una cruel sinceridad que tampoco me lleva a la acción. Interrogo a mi alma sin piedad, hasta quedar exhaustos ambos. Entonces la abandono de nuevo en su celda, sin haber obtenido respuesta.
Cansado del oficio de torturador, salgo de los muros que me cercan para volver a trillar los mismos senderos acotados, levantando polvo y pateando piedras.
Una vez rotos los diques y las menguadas fronteras a partir de los que construí mi vida, el mundo me viene grande. Alzo la vista al sol del ocaso y me digo: quise ser valiente aunque me supiera cobarde.

No hay comentarios: